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PEREGRINAJE DISCRIMINATORIO

PEREGRINAJE  DISCRIMINATORIO

El Paraguay se destaca como una de las pocas naciones que tiene a una lengua nativa como idioma oficial.  El país es realmente bilingüe teniendo en cuenta que el mayor porcentaje poblacional utiliza al mismo tiempo el guaraní  y el español. Incluso los que solamente hablan en español, en general, también comprenden el idioma guaraní. Ocurre algo similar con los que son guaraní parlante. Desde el 2005 el guaraní es el tercer idioma del Mercosur, luego del castellano y el portugués. El idioma guaraní es tema de estudios en Brasil, Argentina, Francia, Alemania y Estados Unidos. Esta lengua ha aportado grandes conocimientos a la ciencia, en especial a la botánica y a la medicina. ¿Pero qué pasa con la población indígena en el Paraguay? Ese es el gran contraste, los indígenas viven en la miseria, perseguidos y abandonados por el Estado a pesar de importantes leyes consagradas en la misma Constitución Nacional a favor de los mismos. Conforman 17 etnias localizadas en toda la geografía nacional con una población de aproximadamente 100 mil personas. Los bosques han desaparecido en gran parte y las comunidades sufren persecuciones y expulsiones de sus tierras ancestrales por el avance de la ganadería y la agricultura empresarial. Carecen de asistencia médica y de fuente de vida. Sus niños padecen hambre y desnutrición.  Y todo eso a pesar de que sus derechos están consagrados plenamente en la Constitución Nacional de 1992, que en su Art. 64 dispone: “Los pueblos indígenas tienen derecho a la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes para la conservación y el desarrollo de sus formas peculiares de vida. El Estado les proveerá de estas tierras, las cuáles serán inembargables,  indivisibles, intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni de ser arrendadas, así mismo, estarán exentas de tributo. Se prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos”  A pesar de estos contundentes derechos, en estos días, como en  tantas otras ocasiones, sin orden judicial alguna, con peones armados  de una empresa privada, fue arrasada  una comunidad indígena en la zona de Itakyry, Alto Paraná. Procedieron a quemar los ranchos y la escuela del lugar. Un atropello más, que tiende a quedar  en la impunidad. ¿Qué pasará con la justicia?  El sistema de justicia imperante es incapaz de proteger los derechos fundamentales de los sectores más vulnerables. El Estado Paraguayo  ya ha sido advertido y castigado por reiteradas violaciones por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.  En medio de esta situación lamentable, sin embargo,  es también justo reconocer la existencia de algunos signos positivos que emergen de las poblaciones indígenas en los últimos tiempos, como por ejemplo, el hecho de contar con profesionales universitarios y la concesión de becas y cupos a jóvenes indígenas para ingresar a la Universidad Nacional de Asunción. Es además auspicioso que ya estén pensando en una participación organizada en la política nacional con pretensiones de acceder a la legislatura. Pero, desgraciadamente, la discriminación miserable que sigue vigente ensombrece estos esfuerzos. Eso queda demostrado, por ejemplo, con el caso del joven  indígena Rehynol García, de la parcialidad Chamacoco, que se graduó como médico en una Universidad de Venezuela a la que concurrió con ayuda del Estado y de la que egresó con calificaciones destacadas. En base a sus merecimientos académicos, incluso,  se le habría ofrecido cargos directivos en centros hospitalarios del mencionado país. Pero su decisión fue volver,  por el deseo   de ayudar a la comunidad que le vio nacer: Puerto Diana de Bahía Negra, Alto Paraguay. Desde su regreso, hace dos años, lamentablemente,  no consiguió ninguna contratación, por parte del Ministerio de Salud y por las exigencias del sustento de su familia, nuestro joven médico se vio obligado a dedicarse a vender  frutas y verduras en un puesto callejero de la ciudad de Mariano Roque Alonso, donde vive en este momento. Y eso sin dejar de prestar su servicio como médico voluntario en algunos puestos de salud. Es terrible la forma en que este país discrimina a los pobres y en especial a su población indígena.  Es una tremenda situación de injusticia que tiene que ser revertida cuanto antes.    


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