UN CASO EMBLEMÁTICO.
El país está siendo
envenenado sin control alguno o control casi nulo, con los productos agroquímicos utilizados en
los cultivos de la soja transgénica. Lo manejan sectores muy poderosos que se
sobreponen al control del SENAVE y de las aduanas respectivas, introduciendo
productos agroquímicos que en otros países ya están prohibidos pero que aquí
hasta los ofrecen por internet. Generan millones de dólares anualmente, no
solamente con sus ventas dentro del territorio sino también por la venta ilegal
al Brasil por medio del contrabando. Los
daños de contaminación son incuantificables. Las grandes empresas productoras y
distribuidoras de los agroquímicos defienden la inocuidad de estos productos y
por el poder económico que tienen, silencian los intentos de cualquier denuncia
que se plantee. En ese sentido, el
caso del niño Silvino Talavera de Edelira, Departamento de Itapúa, se
constituye en una causa emblemática. El
6 de enero de 2003, este chico, que cuando entonces tenía once años de edad,
fue rociado con un coctel de glifosato y otros productos, por una pulverizadora
de productores alemanes de soja, a solo 15 metros de su vivienda. Ni la
casa ni los caminos vecinales estaban protegidos conforme a las normas
establecidas como obligatorias. La
humilde familia Talavera cuyos otros miembros también acusaron enfermedades a
consecuencia de la intoxicación, planteó la demanda con ayuda de vecinos y
organizaciones civiles, consiguiendo que en Primera Instancia, en el 2006, los productores involucrados, fueran
condenados a dos años de cárcel con medida sustitutiva de la prisión a cambio
del pago de una indemnización de 50 millones de guaraníes. Pero esta
sentencia casi simbólica, nunca fue aceptada por los productores del caso, y
consiguieron que un Tribunal de Apelación de la Jurisdicción, anulara esta
Sentencia. La defensa de Silvino
Talavera, apeló a la Corte Suprema de Justicia, que anuló lo resuelto por el
Tribunal, y ordenó la revisión del caso por otro Tribunal de la jurisdicción.
La revisión tenía un plazo de 15 días, pero tardó en pronunciarse 15 meses, confirmando la Sentencia de Primera Instancia condenando a los sojeros alemanes
Alfredo Lauro Laustenlager y Hernán Schlendar Thiebaud, que causaron la muerte del niño Silvino Talavera, a 2 años de prisión sin pena
sustitutiva. Los miembros del Tribunal llegaron a la conclusión de que el
niño falleció a consecuencia de la intoxicación por agroquímicos. A uno de los
mencionados sojeros se le condenó por homicidio culposo, porque el tóxico
podría afectar a toda la familia Talavera porque el rociamiento se efectuó a
escasos metros de la vivienda de la misma. Este
dictamen sienta un importante precedente judicial en la problemática planteada
a partir de la utilización de agroquímicos en los cultivos de la soja
transgénica. Ahora que la sentencia confirma que el plaguicida Roundup es el
responsable de la muerte de Silvino Talavera, la familia demandará a la
Monsanto por publicidad engañosa, por afirmar que el tóxico de Clase 1, según
la OMS, no genera consecuencia para la salud de la población y al mismo Estado
paraguayo por responsabilidad compartida. Es una lucha muy desigual, para
esta humilde familia, varias veces amenazadas para desistir de esta demanda que,
a pesar de su tremenda importancia, no
ha tenido impacto ni seguimiento en la prensa comercial. El caso de Silvino Talavera es un símbolo de dignidad y valentía en la
gran lucha por defender al país y a la población de este grave atentado contra
la vida y la salud de todos los compatriotas.
Fuente: Informe de
CONAMURI (Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras
Rurales e Indígenas ) publicado en ECO Portal-Net.
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