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UN POCO DE TERNURA

UN POCO DE TERNURA.

La celebración del fin de año ejerce una presión, imperceptible a veces, pero muy viva en todos nosotros. Es extraño realmente cómo la navidad y el año nuevo nos sacuden y nos envuelven, a veces de manera imperceptible, con el sentimiento de la ansiedad, una mezcla de angustia y esperanza muy difícil de explicar. En el fondo es el mismo misterio del ser humano que se manifiesta como un presentimiento en todos nosotros sin dejarse entender ni aprehender. Es la fuerza de la pasión que se debate con la racionalidad y no importa mucho el credo que tengamos.
Nadie puede sustraerse del todo a la necesidad del afecto que puede convertirse en ansias de salir de sí mismo, de soñar o de volar. El amar y el ser amado son una dualidad que nace de los sentidos y se remonta a las regiones remotas del alma y de la espiritualidad. No vamos a poder abarcar todas las dimensiones de este insondable misterio que forma parte de nuestra naturaleza humana pero sí podemos traducirlas en sentimientos y afectos. Siempre nos vendrá muy bien dejarnos sacudir por la emoción que genera un poco de ternura. Es lo que he sentido e intentado traducir en algún momento de la vida con estas breves palabras que comparto a continuación:

COPLAS NAVIDEÑAS


Sinfonía de brindis/ cristalina y sonora/ y el trago que apura/el vaivén de la dicha. El coco que aroma/con flor de diciembre/desgrana su aura/en la luz del pesebre. Melones y piñas/aguacates y mangos/ladean dispersos/ a los Reyes Magos. Y las ovejitas/de luengas orejas/abrevan sus ansias/en gotas pequeñas. La fronda de helechos/ agita las brisas/y la arena suave/ salpica los vientos. El Niño sonríe/ fulgor de inocencia/ Unos pastorcillos/ entregan su ofrenda. María contempla/ con mirar de cielo/el milagro del tiempo/que el ángel revela./ José la acompaña/paciente y sincero/ Juntos arrancaron/ su luz al lucero./ La casita blanca/diseña la aurora/ya las campanitas/ su voz acallaron. Una lumbre tenue/llamea pequeña/En paz y en silencio/el Niño se duerme.

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