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SUCURSALES PARLAMENTARIAS

SUCURSALES PARLAMENTARIAS.

La creatividad para la joda no tiene fin. Está instalada, totalmente instalada en la convicción y en la praxis de que la política es una empresa comercial y por lo tanto lo que se invierte en ella tiene que redituar beneficios personales, a familiares y allegados. Si a alguien se le antojara decir que la política tiene una dimensión ética y está llamada a organizar a los ciudadanos en aras de la gestión del bien común, ese alguien quedaría totalmente despistado. “Tristeza nao ten fin”, la tristeza no tiene fin, dice la canción.
La creatividad para malgastar los pocos recursos del estado, tampoco tiene fin y la ciudadanía asiste al espectáculo con una profunda tristeza. Es como si de nada sirvieran las manifestaciones, las denuncias, los scratchs. Todo sigue igual y con tendencias a empeorar. Hay gente con hambre, no hay medicamentos en los hospitales, se recortan aportes a organizaciones de servicio social, los locales escolares se derrumban. Qué importan todo eso. Hay que seguir con el carnaval. Ese parece ser el mensaje que está transmitiendo en estos momentos nuestros representantes en la Cámara de Diputados, con la creación de las sucursales parlamentarias. Contratan a sus operadores a cargo del Parlamento para cumplir funciones en una oficina regional. Ya no son comisionados desde la Cámara a los municipios,  son independientes, están “al servicio” de un diputado o diputada. No está determinada hasta cuántas personas pueden ser, de hecho la modalidad no tiene reglamentación alguna, recién se está presentando un proyecto de ley, para “legalizar” la situación. Hasta ahora bastó una autorización del Presidente de la Cámara de Diputados. “No son planilleros” defienden sus propiciantes. Dicen que cumplen horarios sin que nadie indique cómo se dará el control de asistencia. ¿En qué locales funcionarán las oficinas?  En algunos casos se habla de una dependencia facilitada por la comuna o alguna institución. En una de las sucursales ya son ocho los contratados y es lógico que ya no podrán caber en una sola oficina.  Después se necesitará oficinas más grandes, con teléfonos, con aire acondicionado, con computadoras e Internet, ah! y también televisores, heladeras. Una sucursal parlamentaria no puede ser cualquier cosa. Nos dicen que la modalidad no va a incidir en el presupuesto y es posible que lo tengan presupuestado de alguna manera, pero no se podrá negar que aumentarán los gastos para la nación. “Es para que no viajen los ciudadanos de la zona hasta Asunción” dicen en otro punto de la fundamentación. Eso es probable que no se evite porque la gente no se contentará con hablar con algún planillero, querrá hablar con sus representantes ante el parlamento, y es para eso, para que el diputado o la diputada vayan a su zona, es que se les facilitó costosos vehículos y un elevado cupo de combustible. Y… ¿los Senadores que estarán pensando?  Por favor, paren con estas maquinaciones. Vivimos en un país empobrecido y nunca será justo, que se beneficie a un pequeño grupo de allegados, en perjuicio de todos los demás. Nuestro enemigo común es la corrupción y la impunidad y no podemos agregarle el despilfarro.  ¿Hasta cuando se abusará de la paciencia de la gente?


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