EL DÍA DE LAS MÁSCARAS
En realidad es el Día Mundial del Teatro y con ese motivo se
ha programado para la fecha una marcha de las máscaras. La convocatoria es del
CEPATE (Centro Paraguayo de Teatro) y la marcha tendrá un componente de alegría
pero al mismo tiempo será de propuesta y de reclamo ante la falta de apoyo de
las instituciones estatales y municipales hacia esta importante expresión
artística y cultural, que se traduce en carencias en favor del arte en sí mismo
como así también en favor de sus cultores que hasta ahora con mucho esfuerzo y
en condiciones desfavorables cultivan el teatro. Me sentí atraído por las máscaras al saber
que todos los participantes de la marcha tendrán la suya. La máscara en sí
encierra el misterio de lo oculto. Vuelve impersonal a los actores y actrices
que sin embargo son capaces de rescatar y retratar las vicisitudes de la vida
que nos ayudan a confrontar con la nuestra. El teatro nos ayuda a enfrentarnos
a nosotros mismos, porque nos conduce a ser parte de las vivencias de sus
tramas lo que a su vez nos lleva a la experiencia de un doble juego en el que
al mismo tiempo somos espectadores y protagonistas. Declaro que no tengo vinculación directa con
el teatro de manera personal pero me considero un seguidor muy cercano al mismo
y me siento ligado a esta expresión artística a través de una hija y una nieta
que la cultiva con mucho cariño.
Confieso que soy un convencido de la gran importancia que tiene el
teatro como un factor de educación, de expresión cultural y de construcción de
identidades. La dictadura lo ha perseguido durante todo ese tiempo de su oscuro
reinado. No solamente prohibían las obras que consideraban subversivas, sino
que también perseguían y expulsaban del país a los elencos teatrales que osaban
desafiar la cerrada censura. La
actividad teatral era un peligro. De alguna manera la dictadura tuvo razón en
temer las expresiones artísticas en general pero en especial al teatro. Eso
explicaría porque hasta hoy el teatro no ha llegado a los colegios de toda la
República. Del porque no se utiliza al teatro como un recurso de educación y
concienciación de nuestros jóvenes, de nuestra gente. El teatro es un
instrumento privilegiado de la educación popular. Una política de promoción
cultural de nuestro pueblo debería encontrar en las expresiones teatrales el
instrumento más importante. Debería
fomentarse el rescate cultural y artístico de todas las comunidades del
interior del país. Ahora teatro y ya también el cine. En este plan se debería
invertir si es que existe una política cultural seria en nuestro país. Si hasta
ahora no se logrado todo el apoyo que necesita el teatro y los actores
teatrales, es porque no existe conciencia de la necesidad de rescatar al país
de su atraso. No existe conciencia de que la promoción del teatro y el arte en
general es el camino para alentar y afianzar el avance humano y cultural de
nuestro pueblo. No hay apoyo porque la corrupción política no lo puede
permitir. Sus personeros intuyen que a través del arte y la cultura se
consolidarán los nuevos paradigmas de la libertad y la dignidad que permitirán
forjar un nuevo destino para esta nación.
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