UNA NAVIDAD SIN DIOS.
Hablar de una navidad sin Dios es
incurrir en una gran incoherencia y completa contradicción. Porque en la Navidad lo que se celebra es el nacimiento del Niño Dios. La venida del Redentor del género humano. Por
ello es la fiesta de las familias, del afecto, de la ternura, de la alegría y de
la esperanza. Es la noche de la
aparición de la Estrella de Belén que ilumina el cielo y marca el camino de la
bondad, del milagro, de la magia y de los sueños. Es la fiesta de la vida y del amor. Es momento de revivir los mejores recuerdos más
allá de la distancia y el tiempo. Pero
también debemos reconocer que a menudo en estas celebraciones Dios no está
presente. En medio del gran bullicio el
Niño puede estar olvidado en algún rincón apartado, reclamando el afecto y el
cuidado que necesita con todas las limitaciones asumidas en su encarnación
humana. La sociedad moderna habla de una
espiritualidad sin Dios, que al final termina siendo una sociedad sin Dios y
sin espiritualidad. Cada vez hay más
odio y egoísmo y la vida humana es cada vez más subvalorada. En estas
condiciones la depresión y la desesperación predominan como parámetros de
vida. Cómo entender, por ejemplo, que una madre mate a sus hijos y se suicide.
Que un indígena sea baleado en sueño en una parada cualquiera. Que un joven
estudiante por una discusión con un
compañero termine siendo víctima de un
fatal secuestro. Vivimos en una sociedad sin Dios caracterizada por la falta de
valoración y respeto a la vida humana. No hay justicia o la que tenemos está muy
manipulada. Millones de jóvenes vidas son inutilizadas con las drogas para que
unos pocos acumulen sus ganancias. La
muerte tiene precio y cada vez a menor costo y hasta con pago facilitado. La mafia está presente. El sicariato está de
moda. Se contamina la tierra y se
enrarece el aire porque las ganancias y el poder predominan como metas inexorables. Abundan los falsos profetas y el
fundamentalismo religioso rompe todo puente de diálogo. Se deforma la idea de Dios y se multiplican
los falsos dioses. La tecnología abre
nuevas dimensiones y las grandes potencias disputan su control como
instrumentos de dominación. Habría que hacer un esfuerzo para intentar ponernos
de acuerdo, cualquiera sea la creencia que tengamos, de que la Navidad es y
debe ser, celebración de la vida. Y que todo aquello que daña la vida termina
por dañarnos también a todos y a cada uno de nosotros. Es muy difícil que el
mal genere alegrías verdaderas. Pidamos de todo corazón que esta Navidad nos
ayude a cultivar y embellecer la vida, la nuestra y la de nuestros semejantes.
Que siempre nos guíe el bien y que el afecto sincero nos distinga. Para los creyentes no puede haber Navidad sin
Dios. Sin ese Dios que se encarna y
cumple su misión redentora con su muerte y su resurrección. Que esta Navidad signifique para todos y cada uno de nosotros, la oportunidad de vivir y testimoniar el
inmenso amor que nos prodiga el Dios de la vida. Que las doce campanadas de la Nochebuena eclosionen
en un gran abrazo de alegría. Feliz
Navidad para todos.
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