CURUGUATY EN LA MEMORIA
Hoy se cumple 7 años de aquella
histórica y dramática masacre de campesinos y policías en la localidad conocida
como “Marina Cué” que alude a que esta parte del territorio nacional fue ocupada anteriormente por efectivos de la Marina
Nacional. Hay varios interrogantes que
siguen sin respuestas definitivas pero se ha avanzado muchísimo en el análisis
de los factores concurrentes y el protagonismo de los actores y autores más
relevantes. Hay una primera conclusión
que se viene avalando desde distintos sectores y de distintas maneras y es que, la masacre de Curuguaty del 15 de
junio del año 2.012, fue un acto premeditado, programado y ejecutado, con un indubitable objetivo político
conspiraticio que siguió desarrollándose en el tiempo en base a un libreto bien
preparado. Recordemos que apenas ocurrido
el hecho, se desarrolló una impresionante campaña de difusión por parte de la
prensa con el único enfoque de que los campesinos habían emboscado y
asesinado a varios miembros de la Policía
Nacional. Las escenas presentadas de manera incesante, eran desgarradoras. De allí a responsabilizar al gobierno y al
Presidente Lugo fue casi inmediato y en menos de ocho días en un abreviado
juicio político se terminó por destituir a un Presidente Constitucional de la
República. El objetivo estaba logrado de ahí en más era cuestión de seguir el
guión del libreto pre establecido. La
Fiscalía solamente investigó la muerte de los policías y no la de los
campesinos. No le importó cuidar el
escenario de la masacre, tampoco atender a las denuncias de que varios
campesinos fueron ejecutados estando heridos. No hubo autopsia de los
fallecidos. Dirigieron la acusación
hacia un grupo de campesinos cuyos nombres – dicen que - aparecieron en un
cuaderno que después se humedeció y desapareció. El peso de las pruebas tampoco importó mucho;
algunos rifles y algunas escopetas que
no estaban en condiciones de ser disparadas y unas pocas cosas más como envases
y papel higiénico. Los miembros del Tribunal de Primera Instancia validaron la
acusación fiscal y dictaron severas penas de prisión para la más de una decena
de campesinos y campesinas acusados.
Después vino la apelación y el Tribunal pertinente volvió a ratificar
todo a pesar de las grandes protestas ciudadanas. El panorama seguía negro y sin perspectiva. Hasta que, de una manera sorpresiva, se dio lugar al histórico recurso de Casación
- pedido de nulidad de la sentencia condenatoria - presentado por los defensores ante la Corte
Suprema de Justicia. En la Corte todos sus
miembros se habían inhibido y de esa manera la Sala Penal tuvo que ser
integrada por tres miembros de Cámaras de Apelación quienes en su disposición final
resolvieron anular todo el proceso y absolver a los campesinos que habían sido
acusados y condenados por la matanza de
Curuguaty. El libreto se había truncado.
Las reacciones no se hicieron esperar.
Dos de los camarisas, el Dr Arnaldo Martínez Prieto y el Doctor Emiliano Rolón
Fernández fueron denunciados por la Fiscalía General ante el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados. “ Parece
que se equivocaron con nosotros al designarnos para entender en este recurso” dijo el Dr. Martínez Prieto quien más adelante decidió renunciar a
su cargo de magistrado, porque la Corte Suprema de Justicia no le apoyó en su
negativa de aceptar su sometimiento al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados,
“por considerar que el accionar del mismo además de ser inconstitucional,
atenta contra la independencia del Poder Judicial y la inmunidad que tiene que
tener un juez por las opiniones que emita en sus resoluciones” (Diario Última
Hora, pág. 62, edición 9 de junio de 2019) En esa misma entrevista expresó que
“no hubo necesidad de sopesar las pruebas- en el caso de la condena de
Curuguaty- porque no había pruebas. Hablaba solamente de una inmensa cantidad
de omisiones probatorias que se produjeron en el expediente” Vale también
mencionar lo que respondió en una entrevista televisiva este magistrado cuando
se le preguntó porque renunciaba al
cargo dejando 29 años de antigüedad. Simplemente respondió: “Lo hice por mi
dignidad” En conclusión, podemos pensar en quienes tuvieron interés y en
quienes se beneficiaron de esta masacre. Solo faltaría identificar alguna vez
al inspirador principal y guionista del
caso. A los miserables promotores de
esta tragedia no les importó sacrificar la vida de 11 campesinos y de 6
policías. Nuestro país necesita
esclarecer toda la verdad sobre este caso y que los verdaderos culpables sean
condenados. Solamente de esa manera lograremos descartar de nuestra historia
ciudadana tan maléficas y tenebrosas maniobras que ensombrecen nuestro destino
y nos impiden avanzar por un auténtico
derrotero de justicia, libertad y dignidad que esta patria – todos los días
- nos reclama.
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