ESTIGMATIZACIÓN DE LA POBREZA
El desalojo de unas 1200 familias de un asentamiento ubicado
en la ciudad de Luque perteneciente al Departamento Central, área del gran
Asunción, con fuerte intervención policial en fecha reciente, ha dejado una vez
más al descubierto el trato discriminatorio y humillante que se aplica a un vasto sector de la
ciudadanía sumido en la pobreza. El delito o la falta que se le atribuye es la
ocupación o invasión de una propiedad privada, que en este caso concreto, la
propiedad no es tan privada por pertenecer a la Compañía Paraguaya de
Comunicación, COPACO, donde el Estado es el principal accionista. Llamó la atención la dura violencia de las
fuerzas policiales, que ante el conato de resistencia de los llamados
“invasores” procedieron a derribar las viviendas precarias y a incendiarlas con
todos los enseres, sin que los
desalojados tuvieran tiempo de rescatarlos. No importó que hubiera niños y
ancianos, personas enfermas o discapacitadas. Hasta los colchones fueron
quemados y tampoco importó la suerte de todas esas personas, sin refugio, sin
techo y lo más probable sin comida. No importó que la lluvia arreciara ese día
y que la noche y la intemperie se abatieran sobre esas personas. No son personas, son invasores, delincuentes,
y muchos celebraron el desalojo. No se conoce que el Estado haya planteado de
antemano alguna propuesta de ubicación de esa gente, que la Secretaría de
Acción Social previera una atención mínima a las familias desalojadas. Este no
es un caso aislado. Las ocupaciones seguirán porque los campesinos e indígenas
son despojados de sus tierras y en su desesperación acuden a los centros
urbanos en busca de recursos mínimos de sobrevivencia. Según informe del Banco
Interamericano de Desarrollo, el 43% de las familias paraguayas no cuentan con
un techo para vivir o habitan viviendas de muy baja calidad, siendo 1.100.000
viviendas el déficit actual que registra el país (Citado por el Diario Última
Hora, 10 de marzo de 2019) En el mismo periódico se rescata la expresión de la
economista Diana Serafini, quién afirma que la “problemática de la tierra
urbana y la vivienda no debe ser aislada del problema mayor: el fracaso del
modelo económico y social para generar arraigo y bienestar en el sector rural” Por
su parte, Monserrat Alvarez, en una parte de su artículo: “Desalojados. La
semiótica del poder” publicado en la página cultural del Diario ABC Color del
10 de marzo de 2019, señala que “se defiende el respeto a la propiedad privada,
cuando es valiosa, como en un latifundio, no así los muebles, las ropas, utensilios
y juguetes de los niños de los desalojados. El respeto es exclusivo para lo
asociado al capital” En este mismo artículo la autora señala que “la vivienda
es un asunto político, porque su falta en la práctica atenta contra la
condición misma del sujeto de derechos, en tanto como lo visto esta mañana,
deja inerme – a ese mismo sujeto- frente a todos los abusos del poder. La
vivienda – sigue diciendo - no es pues, materia de beneficio privado, sino un
asunto público. El repudio social contra las víctimas del desalojos en Paraguay
revela que ponerla, como asunto público y político, por encima del interés
privado, afecta el statu quo y la percepción de un estado incapaz de defender
los derechos de sus ciudadanos” Conforme a la Constitución Nacional, todos los
ciudadanos tienen derechos a una vivienda digna, pero para hacer efectivo este
derecho, el Estado debe regular la especulación, aumentar impuestos e
incluso expropiar en algunos casos. Todas
medidas incómodas contra los grandes latifundistas, muchos de ellos
beneficiados por la corrupción imperante y que, amparados en su poder
económico, siguen teniendo fuerte incidencia en el manejo político del país.
Deseo concluir este comentario, con las palabras de la periodista Monserrat
Alvarez, que con acento poético resalta el dramatismo de la injusta situación
de las familias desalojadas de Luque: “Llueve. Ha llovido todo el día. Llueve
aquí en Asunción. En Luque también llueve. Llueve sobre los restos y las cenizas de las casas, de los enseres,
los utensilios, los muebles. Cae la noche. ¡La noche! ¿Qué hacer en una noche
así? Si ya no hay techo, si todo es intemperie”
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