EL ANDARIEGO DEL TIEMPO
Indagando en el archivo he encontrado un artículo publicado
por el Padre José Zanardini en el diario Última Hora, en su edición del 28 de
julio del 2003 bajo el título de: INTERROGANDO AL MAR. Es precioso, poético y
muy profundo. Relata que “un hombre existencialmente angustiado se acercó a la
orilla del mar en busca de respuestas y desde la profundidad de las olas se le
presentó una sirena con su mitológica belleza y canto” Aquel hombre luego de
admirarla regocijado exclamó: “Tú que eres la única capaz de unir la belleza de
la tierra con la acuática y celeste armonía de los mares quiero que me enseñes
los secretos que conoces y que solo tú en tu mítica existencia puedes
revelarnos” “Yo sé- le respondió la
sirena- que los humanos son una interrogante infinita y caminantes incansables
en busca de respuestas, pero también te digo que para hallar respuestas debes
volver sobre tus propios pasos y reconstruir
con el polvo de tus caminos la arcilla de tu origen” Sabemos que el hombre clama por respuestas a
sus dudas pero en general no reconoce que la posibilidad de esas respuestas
lleve consigo. Por eso insiste en su pedido y entonces la sirena convocó a los
gnomos, a los monstruos y demonios así como a los ángeles y duendes y todos los
espíritus que habitan en los elementos. “Las aguas empezaron a agitarse y en
desordenada danzas aparecieron los espíritus y seres convocados” “¿Por qué nos
ha llamado? Preguntaron a la sirena. “– Vengan criaturas del agua, de la
tierra, del fuego y del aire y expliquen
a este andariego del tiempo cómo podrá encontrar razones a sus pasos, cómo no
equivocar sus caminos y cómo descubrir
las razones de sus temores” Estos se rieron a carcajadas y danzando en
círculo le respondieron: “El hombre es ridículo a veces y quizás su historia no
es sino la historia de su propia estupidez. Desde sus primeros días anda
haciéndose preguntas buscando sus respuestas a veces sin hallarlas, porque cree
que él no tiene la fuerza necesaria para descubrirlas. Por eso eres triste porque
eres el animal de la interrogación eterna. Pero debes saber que en ti están
todas las respuestas” “¿No te das cuenta
que nosotros sabemos menos de lo que abarca tu saber? Nosotros no somos los poderosos seres que
ustedes creen. Eres tú en realidad el que tiene más poder, el que tiene el don
de la alegría y de la esperanza, el don de los sueños así como de los miedos” Y
en este punto les aclara que ellas son creaturas del propio hombre. “Eso es lo
absurdo de ustedes, no entienden que fue el propio hombre quién nos dio la
posibilidad de ser y de existir dentro de sus propias angustias y temores y que
seguiremos mientras convivan con el miedo. Nosotros no somos sino el reflejo de
tus temores interiores. Tú eres la pregunta eterna pero eres también la respuesta”
Qué gran belleza encierra este diálogo.
Cuántas limitaciones tiene el ser humano al no confiar en sí mismo. A
menudo nos enfrentamos a nuestros propios fantasmas y nos creamos los mitos de dioses imposibles
para intentar suplir nuestra ignorancia respecto a ese mundo que nos presta su
escenario y, de esa manera, seguir caminando casi a la deriva con nuestros
miedos y temores. Somos conscientes de que somos capaces de alcanzar los
estados más sublimes en las dimensiones de la ciencia, el arte y el espíritu,
pero que también podemos descender a los abismos más profundos. Nos aturden la
imperfección y la impotencia. Nos cuesta aceptar nuestras limitaciones porque,
enfatuado por el ego, no llegamos a entender la paradoja de la vida que nos enseña de que nuestra grandeza puede
estar condicionada por la aceptación de nuestra propia pequeñez. Aquel hombre de este mítico relato, “Por
primera vez se sintió totalmente dueño del Universo y de la vida y con fuerza
necesaria para entenderla y para transformarla” porque aprendió o intuyó que
aún con todas sus limitaciones está llamado a ser co-partícipe del don divino
de la creación. Gracias al Padre José Zanardini por esta reflexión tan bella y
tan profunda que nos ha regalado.
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