DERROCARON A
UN GRAN PRESIDENTE.
En estos
días se consumó el derrocamiento de uno
de los más exitosos e importantes presidentes de los últimos tiempos de toda nuestra latinoamérica. No importó su
historial de grandes conquistas económicas, sociales y culturales que
permitieron proyectar a su país a niveles de desarrollo y crecimiento económico
muy por encima del promedio del contexto continental. Evo Morales rescató a su país de la
inestabilidad y el atraso en que se hallaba sumido. Nacionalizó la explotación de sus riquezas
naturales y multiplicó el ingreso per cápita y las asignaciones laborales
básicas. Elevó el promedio de inversión
porcentual del PIB de salud y educación y sentó las bases y los principios de
un Estado Unitario Social de Derecho “Plurinacional Comunitario libre,
independiente, democrático, intercultural, descentralizados y con autonomías.
Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico,
jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país"
conforme lo establece el Art. 1° de su Constitución Nacional. Dentro de este contexto, descentralizó el poder en favor de la
confederación de los pueblos indígenas principalmente quechuas e aymara. “Según el Censo Nacional de Población y
Vivienda del año 2001, de un universo de 5.6 millones de personas mayores de 15
años, el 62 % de los bolivianos se auto identificó como indígena” (Del Libro: VIVIR LA
COMUNICACIÓN de Oscar Rubén Cáceres Giménez, Editorial Arandurá, Año 2018) Hago esta cita para intentar entender todo el
dramatismo de la crisis política que se vive en este momento en Bolivia, cuando
hay un intento de volver a imponer la supremacía de una minoritaria población
de habla hispana, con fuertes indicios discriminatorios hacia la población
indígena en base a un fundamentalismo religioso. A todo eso hay que sumar la nefasta
reaparición del intervencionismo de las Fuerzas Armadas y Policiales en el
derrocamiento de un gobierno democrático en el continente. Este fue el resultado
de un complot orquestado mucho antes, sin ninguna duda bajo el auspicio del
imperialismo vigente que recrudeció su ataque en los últimos tiempos contra
gobiernos progresistas del continente y con la connivencia de la propia OEA,
organismo totalmente sometido a los intereses norteamericanos. En esta crisis asumió el poder alguien que no
estaba en la línea de sucesión constitucional, que no respetó ni respeta las
instancias parlamentarias legítimas, y que libera de toda responsabilidad a las
fuerzas armadas policiales y militares que masacran a los pueblos indígenas que
se resisten a este ejercicio ilegal y dictatorial del poder. Cabe todavía esperar que el objetivo no
confeso de este golpe de estado, sea incluso la proscripción de las
organizaciones políticas que lidera Evo
Morales y que actualmente dominan ambas cámaras parlamentarias. ¿Sobre qué bases y garantías se podrá convocar
en estas condiciones, nuevas y legítimas
elecciones nacionales? Ante la complicidad
de la propia OEA, la inacción de las Naciones Unidas y la indiferencia de los gobiernos democráticos
del continente que se escudan en pretextos fútiles e ideológicos, se está
consumando ante nuestras propias narices un atropello brutal y criminal, que
seguirá pesando en la conciencia de todos por tratarse de un grave acto de
violación de la soberanía y la dignidad del un gran pueblo de nuestra América
del Sur.
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